Saltar al contenido

La predicación como cuidado pastoral en tiempos de crisis

La predicación ha sido probablemente el recurso más utilizado por los predicadores y predicadoras para ofrecer cuidado espiritual a las personas a través de la historia. Miles de personas en el pasado año y en el momento actual hemos y estamos enfrentado una de las más peligrosas pandemias, la cual ha generado un sentimiento de incertidumbre, inseguridad, impotencia, desasosiego y temor en todos los continentes del planeta. Es en este escenario del COVID-19 que miles de exponentes de la Palabra han acompañado a las personas proclamando un mensaje de esperanza, consuelo, y fortaleza. De aquí la relevancia de este artículo: La Predicación Como Cuidado Pastoral En Tiempo De Crisis.

Palabras clave

Predicación. Cuidado pastoral. Crisis.

Introducción

La tarea pastoral que denominaremos, para efectos de este escrito, como “cuidado pastoral” se da en función de ayudar a las personas, a través de la predicación a enfrentar, manejar, superar y mitigar, el sufrimiento generado por las diferentes crisis. Dicho de otro modo, es hacer discipulado en contexto de crisis. Por lo tanto, una de las tareas permanentes de todo agente pastoral, es ofrecer y dar cuidado a las personas que sufren utilizando todos los recursos de la práctica del ministerio incluyendo la predicación. Tradicionalmente, el cuidado pastoral, de acuerdo a Howard Clinebell se define, como la práctica que “utiliza las ideas y principios de la espiritualidad, la religión, la teología y ciencias del comportamiento moderno en el trabajo con individuos, parejas, familias, grupos e instituciones hacia el logro del bienestar integral y la salud. Una dimensión importante en la consejería pastoral, diferente de otros enfoques de la consejería y la psicoterapia, es la convicción de que la salud mental y emocional se entiende mejor cuando se abordan las necesidades espirituales, religiosas y psicológicas de los individuos.”1

El énfasis de esta definición se centra en la práctica de la consejería, aunque incorporando elementos teológicos y religiosos a la misma. Sin embargo, Cuidado pastoral es mucho más que aconsejar o acompañar; es ayudar a que el individuo identifique y explore lo que es más significativo en su vida y logre enfrentar, manejar y superar el dolor y el sufrimiento haciendo uso de sus recursos personales desde su propia experiencia de fe. El elemento de preocupación inherente en el ser humano sobre la trascendencia y la dimensión intangible del ser sólo se puede atender a través de un cuidado, que incluya la experiencia del hombre y la mujer con lo Sagrado.

Con relación a esta dimensión de la trascendencia y la experiencia con lo Sagrado, en la salud emocional del individuo, Carl Jung decía: “No ha habido (un solo paciente) cuyo problema más profundo no tuviera que ver con su actitud religiosa… y ninguno se ha curado realmente sin recobrar la actitud religiosa que le era propia… y no depende en absoluto de adhesión alguna a credo determinado, ni de la pertenencia a tal o cual iglesia. Sino de la necesidad de integrar la propia dimensión espiritual”.2

Partiendo del entendimiento de Jung podríamos decir que puede existir diversas formas de brindar cuidado pastoral para ayudar al individuo a integrar su dimensión espiritual en favor de lograr su salud integral. La predicación sin lugar a duda puede constituir una herramienta invaluable para alcanzar este objetivo. Esto es así, ya que la predicación posee una dimensión terapéutica y sanadora. La predicación que pretende dar cuidado necesita ser una que tenga la capacidad de consolar, fortalecer y nutrir la vida de la congregación dado el elemento liberador de la propia Palabra.

La crisis es una realidad ineludible de la vida. Todas las personas tarde o temprano experimentará algún tipo de crisis. Esto presupone que todo predicador se verá en la necesidad de ofrecer cuidado a personas que enfrentan múltiples experiencias de dificultades, pérdidas y sufrimiento. Si como predicadores estamos conscientes de nuestros propios sentimientos y somos capaces de identificar los sentimientos de los demás, seremos más efectivos al momento de ofrecer cuidado a través de la predicación. Un buen ejercicio para todo predicador pudiera ser identificar sus sentimientos y los sentimientos de su audiencia, de esta manera podría identificar sentimientos de ansiedad, confusión, desamparo y angustia, entre otros.

Predicación y crisis

Ahora bien, ¿cómo definimos y conceptualizamos el término crisis? Una crisis es un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado por la incapacidad del individuo o del grupo para manejar situaciones particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución del problema.3 No obstante, un análisis semántico de la palabra crisis revela conceptos que son ricos en significado y cada predicador debería conocer y estar consciente de los mismos, ya que podrían impactar su forma de dar cuidado a través de la predicación. La palabra inglesa para crisis se basa en el griego krinein, que significa decidir. Las derivaciones del término indican que, la crisis es a la vez decisión, discernimiento, así como también un momento crucial durante el cual habrá un cambio para mejorar o empeorar.4

Los predicadores a la hora de dar cuidado pastoral a través de su mensaje no deben ser insensibles al impacto de la crisis en sus oyentes, sin embargo, pueden ayudar a que su audiencia se exponga a la posibilidad de considerar la crisis como una oportunidad de crecimiento y de cambios afirmativos para sus vidas. El predicador que está consciente que fundamentalmente existen dos tipos de crisis, crisis de desarrollo y crisis circunstanciales, estará mejor capacitado para dar cuidado en la predicación.

La crisis de desarrollo es aquella experiencia de crecimiento y cambio biológico y psicológico de todo individuo en su ciclo de vida. La crisis de desarrollo va desde el nacimiento hasta la muerte y atraviesa todo un ciclo. Este tipo de crisis es predecible. El psicoanalista especializado en psicología del desarrollo Erik Erikson fue el primero en formular la teoría de que la personalidad “continúa” su desarrollo en el curso de la vida. Erikson considera la personalidad como algo que se desarrolla durante el ciclo completo de la vida a través de ocho etapas fundamentales.5 Esto significa que el predicador constantemente se verá retado a dar cuidado a gente en diferentes etapas de desarrollo personal.

Por otro lado, el mayor desafío para todo predicador o predicadora que intenta ofrecer cuidado a través de la predicación es hacerlo cuando las personas experimentan crisis circunstanciales. No todas las crisis se relacionan de modo directo con el proceso natural del desarrollo biológico y psicológico. Una de las características de las crisis circunstanciales es que suelen ser impredecibles. Las principales características de este tipo de crisis son: aparición repentina, imprevisión, sentido de urgencia, impacto potencial sobre el individuo o la comunidad, peligro y oportunidad. Sin lugar a dudas, uno de los retos más significativos de todo predicador será ofrecer cuidado en los momentos en que las personas o la comunidad enfrenten crisis circunstanciales, las cuales sobrepasan los recursos que tiene el individuo para manejar y enfrentar el impacto de éstas. El mismo testimonio de Jesús en labios del evangelio Lucano afirma y evidencia la profunda consciencia de Jesús en cuanto a su rol como proveedor de cuidado (Ej. Lc. 24:13-35).

Predicación y fases del cuidado pastoral

Para Carrie Doehring, el cuidado pastoral en el contexto norteamericano “toma la forma de intervención en crisis como respuesta a una pérdida súbita o una experiencia de violencia”.6 Además, Doehring amplía las etapas del cuidado pastoral a una segunda y tercera fase. La segunda fase del cuidado se define como una de cuidado pastoral de apoyo. Una vez superada la fase inicial de la crisis el cuidado pastoral se torna más bien en un cuidado de apoyo que ayuda al individuo a manejar efectivamente los efectos a largo plazo dejados por la crisis. El tercer tipo de cuidado pastoral es identificado como cuidado pastoral de apoyo continuo. Este tipo de apoyo ayuda a las personas a manejar los eventos que alteran su estilo de vida, en muchos casos permanentemente, y que han pasado de ser eventos traumáticos circunstanciales para ser realidades permanentes en la vida del ser humano. Ejemplo de estas son los casos de personas con enfermedades crónicas, cuidadores de familiares con alguna discapacidad; cuidado pastoral a envejecientes, ya sea para superar sus múltiples pérdidas o para ayudarles a superar el sufrimiento ocasionado por los elementos sociales que afectan su estabilidad económica y lo que esto podría representar para el cuidado de su salud a largo plazo.

De esto extraemos que el agente pastoral se encuentra en una ejecución constante de cuidado, aunque en diferentes etapas. Es por eso que, utilizar la predicación como herramienta de cuidado puede brindar a la comunidad de fe un seguimiento adecuado y puntual, para su crisis y el manejo a largo plazo de las consecuencias de las mismas. La predicación como “tarea interdisciplinaria”7 no se circunscribe sólo al estudio y explicación de los textos bíblicos con el propósito de llamar a la conversión, sino que necesita hacer una exégesis de la comunidad de fe y sus miembros de manera que pueda añadir a la misma los elementos de la educación y el cuidado pastoral, para que sea efectiva y pertinente.

Fundamentalmente lo que pretendemos señalar es que la predicación posee de manera intrínseca una dimensión de carácter terapéutico-pastoral. Los agentes pastorales contribuyen de manera significativa a la recuperación de la gente en sus momentos de crisis cuando utilizan de manera efectiva la predicación. Para que, el predicador logre el objetivo de dar cuidado, necesita estar dispuesto a reconocer los sufrimientos de su tiempo en su propio corazón, y hacer de este conocimiento y experiencia el punto de partida para ofrecer cuidado a través de la predicación.

Conclusiones

Es de crucial importancia que como exponentes del mensaje del evangelio redescubramos la dimensión sanadora y terapéutica del evangelio. Recordemos que existen miles de personas que se sienten solas, aisladas, poco seguras. Más aún, el asunto en muchos contextos se agrava porque muchas personas han optado por quedarse en sus hogares y muchas congregaciones han tenido que utilizar las redes y la tecnología para proclamar el mensaje de la Palabra. Por lo que la predicación ocupa un lugar extraordinariamente preponderante a través de la cual la iglesia puede acompañar y ofrecer cuidado espiritual, ya sea de manera presencial o de manera virtual, comunicando el mensaje esperanzador y consolador del evangelio.


Dr. Samuel Pérez Rivera
Oriundo de Puerto Rico. Ministro ordenado de la Iglesia del Nazareno de la cual fue Pastor Titular en la congregación local de Levittown, y la Christian Nazarene Academy. Es profesor adjunto del Seminario Evangélico y director del Cuerpo de Capellanía de la Policía. Fue Superintendente de Distrito de la Iglesia del Nazareno (todo esto en Puerto Rico) Es también profesor adjunto del Seminario Nazareno de las Américas (Costa Rica) y coordinador del “Programa Regional de Cuidado y Consejería a Pastores y sus Familias” de la Iglesia del Nazareno Región del Caribe. Posee dos grados doctorales profesionales en Psicoterapia y Consejería Cristiana, una Maestría en Divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico y una Maestría en Artes en Ministerio de Church of God Theological Seminary, Cleveland, TN. Posee una certificación en Educación Clínica Pastoral (CPE) y Consejería Pastoral que le faculta como “Supervisor In Training” del College of Pastoral Supervision and Psychotherapy, NY. Además está certificado en “Hostage Negotiations”, “Traumatología de Campo” y en “Grief Recovery Method”.

Referencias:

[1] Clinebell, H. (1995).   What is Pastoral Counseling? http://www.theclinebellinstitute.org/aboutus_wpc.htm  

[2]  Citado en: Boff, L. (1992). Espiritualidad. Sal Terrae, p. 82-83.

[3] Slaikeu, K. (2000) Intervención en crisis: Manual para práctica e investigación. Manual Moderno, p. 16.

[4] Lidell; H. & Scott, R. (1969) The Greek-English Lexicon. The Clarendon Press.

[5] Slaikeu, K. (2000) Intervención en crisis: Manual para práctica e investigación. Manual
Moderno, p. 45.

[6] Citado en: Pérez, S. (2017). El Cuidado en la Palabra: sermones sobre cuidado pastoral. p.1-

[7] “La predicación, entonces, es una tarea interdisciplinaria donde el estudio y la interpretación de la Biblia se encuentran con la teología sistemática la historia de la iglesia, la educación cristiana, consejo pastoral y oratoria. Así pues, la predicación es un ejercicio de integración teológica pastoral.” Jiménez, P. (2003). Principios de la Predicación. Abingdon Press, p. 19.

Publicado enTeología Pastoral