La sociedad no puede permanecer en silencio ante la injusticia ni la iglesia tampoco. ¿Cuánta división racial, discriminación, prejuicios y estereotipos se infiltran donde no debe existir ninguno – nuestras iglesias y familias – abierta o encubiertamente? Es tiempo de hacer alto en nuestras agendas ocupadas: escuchemos las historias de otros, reflexionemos y respondamos a su voz. La iglesia es llamada a ser una comunidad inclusiva y hospitalaria.
Publicación de reflexión teológica y pastoral del Seminario Nazareno de las Américas