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Los Jóvenes como Agentes de Transformación

A través del Antiguo Testamento y el Nuevo podemos ver diferentes ejemplos de personas jóvenes que en un determinado tiempo y situación toman la decisión de levantarse para hacer un cambio en la sociedad. Es un poco injusto tener que escoger solo tres ejemplos para profundizar en este texto, pero existen muchos otros como lo son Abel, Josué, Caleb, Ester, David, Juan, Timoteo, Tito y cuantos otros que quizás no figuran en la Palabra de Dios, pero si en la historia. Para este trabajo estaremos haciendo un breve estudio de José, Daniel y Jesús como jóvenes que impactaron y cambiaron su realidad de una forma radical. A través de esto podremos ver cuáles fueron las claves del éxito en la vida de estos valientes de Jehová y cómo podemos aplicarlos a nuestra realidad.


José y la sociedad egipcia

Conocemos bien la historia de este “superhéroe” de Jehová. Un joven que Dios bendijo con muchos dones y talentos el cual por ser el aparente hijo favorito de su padre Jacob llegó a ser odiado y traicionado por sus hermanos. El escritor Charles R. Swindoll citando a Clarence E. Macartney resume de una forma muy linda la historia de José:

“La historia de José es una novela completa muy bien elaborada, que describe con vividos detalles el desarrollo de su personalidad desde su carismática y arrogante juventud hasta su misericordiosa edad madura… El libro de Génesis alcanza una cumbre dramática en sus últimos capítulos: una historia de la pobreza a la fortuna repleta de todas las pasiones humanas: de amor y de odio, de ambición y de gloria, de ira y de desconfianza. En él se vierten lágrimas de alegría y de pesar. Las vestiduras se rasgan en señal de angustia. Es un relato absorbente de perfidia y de engaño, de traición y de perdón.”[1]

Vendido como esclavo y llevado a Egipto para servir como tal bajo las ordenes de Potifar, quien era funcionario del Faraón egipcio y jefe de su guardia. Es muy interesante que la casa de Potifar comenzara a prosperar por el trabajo de José a tal punto que Potifar lo puso a cargo de su propia casa. Ciertamente como dice la Biblia: “Pero Jehová estuvo con José”. Como dice Charles R. Swindoll en su libro “José, Un hombre de integridad y perdón”:

“Por supuesto, José no tuvo que decirle a Potifar que Dios estaba con él; él podía verlo por sí mismo: “su señor… vio que Jehová estaba con él” (v. 3). Asimismo, José no utilizó su espiritualidad como una herramienta de manipulación para obtener beneficios de su jefe. Sencillamente, porque el Señor determinó que todo lo que José hiciera prosperara, éste halló gracia ante los ojos de Potifar. Fíjese bien, no dice que José le pidió favores a su amo; sino que el esclavo recibió el favor de Potifar”[2]

La esposa de Potifar era una mujer hermosa que buscaba día y noche a José tentándolo para que durmiera con ella. José una y otra vez rechaza la propuesta pecaminosa de ella por respeto a Dios y a su señor Potifar. Al pasar el tiempo, la esposa de Potifar le arma una trampa y acusa a José de haberla violado. José, siendo inocente, tuvo que pasar años en la cárcel por esta acusación. Pero aun en la cárcel Jehová estaba con José y la Palabra de Dios nos cuenta que la misma cárcel prosperaba por la presencia de él. A pesar del increíble sufrimiento que José tuvo que pasar en ese lugar y las miles de preguntas y dudas que tuvieron que haber pasado por su cabeza, Dios usó esta experiencia para convertirla en algo positivo en la vida de José. Esto lo explica muy bien F.B. Meyer en su libro “Grandes Hombres de la Biblia, Tomo 1”:

“En primer lugar, la prisión sirvió para los intereses personales de José. Allí iban los prisioneros oficiales; era donde enviaban a los personajes de la corte que eran sospechosos de algún delito. El jefe de los coperos y el de los panaderos no nos podrán parecer muy importantes, pero sus títulos eran ostentados por personas muy venerables. Esos hombres hablaban con José con mucha libertad y le daban mucho conocimiento de los partidos políticos y de los hombres y las cosas en general, lo cual debe haber servido de mucho”.[3]

Como sabemos, a través de esos contactos y el don dado por Dios para interpretar sueños, logra conseguir nuevamente su libertar. Al interpretar el sueño del Faraón se le pone a cargo de toda la tierra de Egipto, convirtiéndose así en el segundo al mando prácticamente. Durante siete años José se encarga d guardar suficiente comida para el tiempo de escases que le seguiría. Ciertamente Dios lo usa para salvar a miles y miles de personas en el tiempo de sequía y no lo egipcios, sino que también su misma familia. Es ahí donde se da un encuentro hermoso entre José y sus hermanos, donde después de una lucha infernal entre el querer venganza y el querer perdonar, al final el amor de Dios triunfa y José termina perdonando a sus hermanos. Realmente no podemos pasar esta escena por alto sin entender este acto maravilloso de perdón que José realiza. El perdonar a las personas que lo quisieron matar y lo vendieron como esclavo es algo increíble. Muy parecido a la historia de Cristo, ¿no es cierto? Veamos que interesante lo que dice F. B. Meyer en su Libro: “José, el Amado, Odiado y Exaltado”:

“Por eso volvió a decirles, “Yo soy José, vuestro hermano a quien vendisteis para Egipto;” u añadió muy dulcemente, “No os aflijáis, ni os enojéis contra vosotros mismos, porque me envió Dios.” Cuanto nos recuerda esto otra escena, no lejos de las puertas de Damasco, cuando Jesús detuvo al joven perseguidor con las palabras: “Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?” y dijo, “¿Quién eres Señor?” y se dio la respuesta, “Yo soy Jesús a quien tú persigues.”[4]

José, como cualquier joven de nuestras iglesias, era una persona llena de sueños y de anhelos. Muchos jóvenes se acercan a sus líderes y pastores para comentarles que están sintiendo algún tipo de llamado por parte de Dios. Algunos afirman que quieren realmente impactar la nación, pero muchas veces la respuesta que damos como sus guías es que las opciones son el pastorado o la labor misionera. ¿Por qué nos da tanto miedo hablar de política, gobiernos y el estado? Por supuesto que no todas las personas tienen el carácter y el llamado para involucrarse en las altas esferas del gobierno, pero no debemos desechar esa opción para todos.

Hace unos pocos meses se celebró una reunión entre los líderes y pastores de la Alianza Evangélica Costarricense y los diputados cristianos que actualmente trabajan en la Asamblea Legislativa. Uno de estos diputados nos decía que cuando él llego a la Asamblea Legislativa se sintió como “un niño que llevan a la escuela y nunca más vuelven a recoger”. Esto porque una vez que fue electo el pueblo cristiano se olvidó de él y lo dejaron completamente solo. Hablando honestamente, esto es muy cierto, cuantos políticos y altas jerarcas hay en el gobierno que profesan la fe cristiana evangélica y el pueblo de Dios se dedica más a criticarlos que a orar y acompañarlos. Es por eso que debemos perderle el miedo a la política y no temer llegar a altos puestos del gobierno. En el caso de José Dios lo puso ahí con un fin muy especial, la salvación de Egipto y de su familia (Israel) de la hambruna que se levantó. Pero en la actualidad puede ser que Dios esté buscando hombres y mujeres jóvenes que al igual que José puedan llegar a cargos importantes en el país para rescatar a Costa Rica de la miseria moral que la está atacando hace ya varios años. Si José pudo mantenerse en integridad, también hoy en día debemos creer que hay personas que pueden hacerlo sin caer al llegar al poder. 


Daniel y la sociedad babilónica

Cuando pensamos en Babilonia y la historia de Daniel, quizás la primera cosa que viene a nuestras mentes es la enorme cantidad de dioses falsos y doctrinas que inundaban esta civilización. Entiéndase dioses falsos por todo aquello que toma el lugar del verdadero Dios. Si lo pensamos así entonces la gran mayoría de nuestros países latinoamericanos están repletos por “dioses falsos”. Lo podemos ver cada domingo al encender el televisor y poner cualquier partido de futbol, personas cantando y alabando a uno u otro jugador y tan apasionados por ese equipo que estarían dispuestos hasta a dar su vida por ellos (y ciertamente esto ha pasado en más de una ocasión en argentina, Brasil y México por citar algunos ejemplos). El futbol es solo una cosa que puede tomar el lugar de Dios, pero existen muchas otras como las compras compulsivas, drogas, redes sociales, televisión, y otras como incluso puede serlo un hobby que originalmente es sano como el salir a correr. Por eso la historia de Daniel es tan acertada para hablar de Costa Rica, un joven que decidió ser diferente en medio de una sociedad perdida que solo buscaba una y otra vez hacerlo caer de sus principios y creencias. A través de su firmeza, integridad y confianza en Dios el logró impactar de gran forma el imperio babilónico, aunque su forma de actuar no fue la que uno esperaría. El tomó la decisión de actuar de forma pasiva siempre confiando que Dios iba a hacer su parte. Esto lo explica muy bien Jorge A. González en su libro “Tres Meses en la Escuela de Daniel”:

“Daniel puede hacernos sentir algo incómodos. Otros libros de la biblia nos llaman a la acción y nos instan a asumir papeles en la tarea de transformar la sociedad. Daniel, por el contrario, parece ser completamente pasivo. Dios actuará, Dios hará, Dios resolverá. Todo lo que tratemos de hacer por nuestra cuenta será, como la rebelión de los macabeos, de pequeño socorro.”[5]

Durante su vida, Daniel tuvo que soportar el exilio a Babilonia, la tentación de la comida, ver a sus amigos en el horno de fuego, ser echado al foso de los leones y los intentos constantes de hacerlo caer del poder de sus opositores. A pesar de todo esto él siguió firme y su posición preponderante en el reino a la par de los reyes sobrevivió a tres mandatos diferentes siempre con la integridad que lo caracterizaba y dejando el nombre de Dios en alto. Es muy interesante que después de cada episodio difícil que le tocó sobrevivir, con la ayuda de Dios, siempre al final el nombre de Jehová fuera exaltado. Dios uso a Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-Nego como misioneros a este pueblo tan idolatra. El Comentario Bíblico Beacon hace una descripción preciosa de este hombre maravilloso:

Daniel era un hombre de extraordinaria sabiduría y percepción, Viviendo en medio de cambios repentinos que sacudían al mundo, fue capaz de mantener su aplomo y sensatez, contemplando los sucesos con mirada firme. Fue siervo de reyes. Valioso consejero de Gobiernos. Pero, lo más importante, era íntimo del Dios del cielo. Tenía los pies fuertemente asentados en la tierra entre los asuntos mundanos. Pero su cabeza estaba en una atmósfera más clara: vivía las realidades de las cosas eternas.[6]

Es fascinante como Daniel pudo poner sus ojos en Dios pero con los pies bien puestos en la tierra. Su relación íntima con Dios fue el motor que lo llevó a convertirse en un estandarte político para Babilonia. Realmente es un hombre de Dios que no tuvo miedo a exponerse al peligro del ojo público (y odio de muchos) pues confiaba ciegamente en Dios y sabía que adonde Él lo llevara, iba a estar con él. Siempre me ha fascinado las palabras de los tres amigos de Daniel cuando estaban a punto de entrar al horno de fuego. Es un versículo que ha marcado mi vida ya que nos muestra lo que pequeño que somos en comparación con Dios y que debemos siempre estar sometidos antes su voluntad confiando que Él tienen control de todo en vida y en muerte también:

16 Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron a Nabucodonosor:

—¡No hace falta que nos defendamos ante Su Majestad! 17 Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad. 18 Pero aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua.(Daniel 3: 16-18) [7]

Jesús y la sociedad eterna

Toda la historia de la humanidad, todos los calendarios, líneas del tiempo y cualquier información que tenga que ver con los años de la raza humana, está dividida por dos simples letras: AC y DC (Antes de Cristo y Después de Cristo). Eso es una pequeña muestra del personaje que vamos a comentar ahora. Por más que nos esforcemos en poner en letras su labor en esta tierra, ni todas las páginas del mundo podrían contener tan grande obra por nosotros. Jesucristo, Nuestro Salvador, fue joven también (aunque poco pensamos en esto). Él pasó todas las crisis, tentaciones y problemáticas que la adolescencia trae al ser humano. Recordemos que la Palabra de Dios afirma que Jesús fue 100% humano y cien por ciento Dios. Sin embargo, la Biblia poco nos dice de esta etapa de su vida. Sabemos que fue un niño muy intenso siempre buscando aprender más de Dios hasta casi rozar el límite de la desobediencia cuando se alejó de sus padres para estar en el templo. Cristo comenzó su ministerio cerca de los treinta años de edad. Hoy en día en nuestras sociedades de jóvenes tenemos integrantes de treinta años y más y es visto como normal. Por tal motivo, podemos ver que Jesús aún era una persona relativamente joven cuando desarrolló su ministerio de tres años en la tierra. Por eso el es nuestro máximo ejemplo de una persona que haya impactado la sociedad. La gran diferencia, es que ese impactó tuve efectos en la historia pasada, presenta, futura y eterna. Algo muy interesante es que Jesús, a diferencia de los otros dos casos anteriores, transformo el mundo a través de su ministerio y no desde una posición política. En otras palabras, Jesús nos muestra la otra cara de la moneda que, aunque no lleguemos a un alto cargo en el gobierno (por ejemplo), aun así también podemos impactar el mundo. Esto lo describe muy bien el Nuevo Diccionario Bíblico Certeza:

“El cargo que se le hizo a Jesús cuando finalmente se lo condenó fue el de promover la sedición política (Lc. 23.3): había declarado que era “rey de los judíos”. Si bien nunca usó este título  en sus dichos, a menudo habló acerca del “reino de Dios” como objeto de su misión, lenguaje que, particularmente en Galilea, se prestaba a una interpretación nacionalista. Probablemente mucho de su apoyo inicial fue motivado por las esperanzas de que encabezaría una revuelta en Roma, que culminó en el intento infructuoso de obligarlo a aceptar el título de “rey” (Juan 6.14s). Después de este episodio parecería que el apoyo popular disminuyó, y que dedicó cada vez más tiempo a la instrucción de sus discípulos sobre la verdadera naturaleza de su misión.”[8]

Es común ver en las noticias a personas cristianas tratando de imponer lo que para ellos es la voluntad de Dios, pero al margen de la ley. Por ejemplo, cuando se hacen marcha a favor de los derechos de las parejas del mismo sexo, muchas veces vemos grupos cristianos que sin respetar las leyes del país ni los derechos humanos, actúan en violencia contra las personas de la marcha. Ahora, esto no quiere decir que no debemos actuar para hacer respetar los valores de la familia y el plan original de Dios pero, así como Jesús respetó las leyes del Gobierno Romano, así nosotros también debemos actuar pero dentro del marco de la Ley. Esto en la medida de lo razonable y el sentido común claro está. Carl Barth en su Libro “Comunidad Civil y Comunidad Cristiana” hablando de romanos capítulo 13 afirma:

“Someterse a las autoridades significa aceptar esta corresponsabilidad que pone a los Cristianos codo con codo junto a los no cristianos en el cumplimiento de la misma tarea y bajo una ley común.”[9]

Esto lo ratifica muy bien Pablo Deiros en su libro “Cristo y el Joven de Hoy” cuando explica:

“Este hecho de vivir en el mundo, por sí solo, nos hace responsables antes Dios y nuestros semejantes, por los destinos del mismo. Los problemas de la sociedad en la que vivimos en la que vivimos de ningún modo pueden ser ajenos a nuestra preocupación y sensibilidad. Somos parte integrante del mundo social que nos rodea y de alguna manera, directa o indirectamente, contribuimos a su edificación o a su destrucción.”[10]

Como podemos ver en estas dos citas fantásticas, el cristiano tiene una responsabilidad, dada por Dios y reafirmada en Cristo, para con el estado. Debemos trabajar en beneficio de nuestro país. Jesús no lo hizo desde un puesto político, pero su vida y ministerio transformaron el mundo integralmente (incluyendo el sector político) para siempre.

Otro aspecto interesante de la vida de Jesús, es la inversión que Él hace en sus discípulos. La mayor parte de su tiempo de ministerio la dedicó a formar y discipular a estos hombres. El pudo dedicarse exclusivamente a hacer milagros y grandes prodigios y que esos 12 se convirtieran simplemente en sus fans número uno, pero no fue así. El entendió la importancia en dedicar tiempo y recursos en las nuevas generaciones.

Cristo nos enseña, a través de este muy breve repaso de su ministerio, que se puede y se debe transformar la sociedad la sociedad en la que vivimos. Eso sí, alejamos de la violencia y la anarquía. Debemos siempre respetar las autoridades pero con la verdad en nuestra boca. Su ministerio no fue con espadas ni ejércitos, fue a través del amor y el sacrificio de su propia vida. Su testimonio de pasión por nosotros, fue lo que cambió la historia del mundo para siempre. El seguimiento de esa tarea que él comenzó, la hicieron los discípulos que el entrenó día tras día. Que enseñanzas más lindas nos deja el maestro en cuanto a cómo transformar la sociedad y moldear las nuevas generaciones. Como dijimos antes, no alcanzarían todos los libros del mundo para hablar de Cristo, pero en este breve estudio hemos visto algunas claves hermosas de su ministerio como un joven que impactó el mundo.

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2: 5-11)[11]


[1] Charles R. Swindoll, José, Un hombre de integridad y perdón (El Paso, C.B.P., 2007), 14

[2] Ibid, 37

[3] F. B. Meyer, Grandes Hombres de la Biblia Tomo 1, (Miami, Editorial Vida, 2003), 159

[4] F. B. Meyer, José, el Amado, Odiado y Exaltado, (El Paso, C.B.P., 1982), 98-99

[5] Jorge A. González, Tres Meses en la Escuela de Daniel (Nashville, Abington Press, 1999), 159

[6] Comentario Bíblico Beacon (Kansas City, CNP, 1991), 634

[7] La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by Biblica, Inc.®

[8] Nuevo Diccionario Bíblico Certeza (Barcelona-Buenos Aires-La Paz, Ediciones Certeza Unida, 2003), 699

[9] Karl Barth, Comunidad Civil Y Comunidad Cristiana (Traducción de Elizabeth Lindemberg en línea), 15

Tomado de: http://myslide.es/documents/karl-barth-comunidad-civil-y-comunidad-cristiana.html el 26/08/2015

[10] Pablo Deiros, Cristo y el Joven de Hoy (El Paso, C.B.P. 1982), 121

[11] La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by Biblica, Inc.®


M.A. Andrés Fernández
Oriundo de Argentina pero residente en Costa Rica desde hace más de 20 años. Concluyo sus estudios de Bachillerato en Teología Pastoral en el Seminario Nazareno de las Américas, lugar donde actualmente trabaja como Coordinador del programa de bachillerato. Posee también una maestría en Teología con énfasis en juventud, Cultura e Iglesia de Northwest Nazarene University de Idaho, Estados Unidos. Actualmente es estudiante del programa doctoral en eclesiología de la Universidad Evangélica de las Américas. Sirve en la actualidad como Pastor de la Iglesia del Nazareno de los Ángeles en San José, Costa Rica. Está casado con Viria Mena desde el 2016.

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