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Perspectivas bíblicas del inmigrante en la misión de Dios – Parte Dos

3. Los I/Es* como medios de la misión de Dios hacia las naciones

Un tercer aspecto de esta perspectiva misionológica e instrumental del I/E en la misión de Dios tiene que ver con la forma en que se presenta la inmigración misma como uno de los medios fundamentales de la misión de Dios hacia las naciones. Hay indicaciones en la Biblia que Dios en ciertas ocasiones usa la inmigración para efectuar algunos aspectos importantes de su misión. Claro está que hay una relación íntima entre los agentes que Dios usa y los medios que escoge utilizar en su misión. Sin embargo, en esta monografía hacemos la distinción entre los dos aspectos para poder leer con otros ojos la historia de la misión de Dios como la presenta la Biblia.

Al pensar en la inmigración misma – en el fenómeno mismo de ser extranjero – como uno de los métodos o medios de Dios en su misión, se nos presentan varias narrativas bíblicas. La primera que se pudiera mencionar es la historia de Moisés. Criado en un ambiente bicultural y bilingüe (arameo y egipcio), sin embargo, al parecer, Moisés aún no era instrumento útil para la misión de Dios. Era necesario que Moisés pasara 40 años como I/E entre los Madianitas, aprendiendo cómo sobrevivir en el desierto, aprendiendo a pastorear (Dios lo está preparando para pastorear un gran rebaño humano en el desierto), y siendo formado personalmente, emocionalmente y espiritualmente para el papel de liderazgo que le tocaría. Moisés mismo se autodenomina un I/E. La narración en Ex. 18:1-3 nos dice:

“Todo lo que Dios había hecho por Moisés y por su pueblo Israel, y la manera como el Señor había sacado a Israel de Egipto, llegó a oídos de Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés. Cuando Moisés despidió a Séfora, su esposa, Jetro la recibió a ella y a sus dos hijos. Uno de ellos se llamaba Gersón, porque dijo Moisés: “Soy un extranjero en tierra extraña”; 4el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: “El Dios de mi padre me ayudó y me salvó de la espada del faraón.” (NVI). (Véase también Ex. 2:22; Hch. 7:29.)

El tema del desierto como la matriz de donde nace la misión representa una perspectiva fuerte en la Biblia. Juan el Bautista proviene del desierto para comenzar su ministerio. En Lucas 4, Jesús comienza su misión soportando las tentaciones en el desierto. Después de haberse encontrado con Jesús en el camino a Damasco, Saulo, conocido después como Pablo, pasa años en el desierto haciendo una relectura del Antiguo Testamento. En el desierto todos aquellos son extranjeros. Y en ese desierto se forman para participar en la misión de Dios. Parece que Dios coloca personas en situaciones de ser I/Es con el propósito de formarlos en preparación para su misión.

Una segunda figura que se pudiera mencionar es la mujer, viuda, moabita, que precisamente en ser I/E es usada por Dios para sanar la amargura de Noemí su suegra – y por ende, como ilustración de lo que Dios quiere hacer con Israel. En la historia de Rut se combinan la persona como agente de la misión de Dios con la inmigración como medio de la misión de Dios. Aquí quiero enfatizar el aspecto de la narrativa de Rut como medio de la misión de Dios.

Toda la historia desprende de la forma en que Booz trata a Rut. Claro está que es una novela de enamorados, una historia de amor, y la amargura de Noemí (Israel) se sana en el amor de Rut y Booz. Pero la relación de Rut y Booz desprende de la fidelidad de Booz como Israelita. Él conoce bien las Escrituras. Él conoce que en Lev. 19:10 y otra vez en Lv. 23:22 Dios señala la forma en que se debe tratar al I/E que escoge morar en medio de Israel. Rut misma se auto-denomina una “extranjera” en Rut 2:10.

“Rut se inclinó hacia la tierra, se postró sobre su rostro y exclamó: “¿Cómo es que le he caído tan bien a usted, hasta el punto de fijarse en mí, siendo sólo una extranjera?” (NVI).

La forma en que Booz la recibe y la compasión que él demuestra hacia ella es señal de que Booz era un israelita justo que seguía las normas levíticas.

Lv. 19:10: “Tampoco rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; lo dejarás para el pobre y para el forastero. Yo soy el Señor tu Dios.1

Y Lv 23:22 “Cuando seguéis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella ni espigaréis el sobrante de vuestra mies; los dejaréis para el pobre y para el forastero. Yo soy el Señor vuestro Dios 2.”3 Ver también Dt. 24:19, 20, 21; 26:12, 13.

Acordémonos de lo que ya vimos en cuanto a la compasión, el amor, el cuidado especial que Dios tiene por el extranjero, la viuda y el huérfano (Ver, por ejemplo, Sal. 94:6; 146:9). Es precisamente porque Rut es extranjera, advenediza, allegada, desconocida que Dios puede usarla – en el ambiente de la fidelidad, la compasión y el amor de Booz – para efectuar la sanidad de la amargura de Noemí. La mujer, viuda, extranjera es el medio y el ejemplo de la compasión de Dios.

El Nuevo Testamento nos ofrece un eco. En Lucas 17, cuando Jesús sana a 10 leprosos solo uno regresa para dar las gracias a Jesús y alabar a Dios por haber sido sanado. Y ese es un Samaritano, considerado extranjero y advenedizo por los judíos del tiempo de Jesús. Es precisamente por motivo de ser extranjero (en ojos de los judíos) que Jesús lo señala como ejemplo.

11Un día, siguiendo su viaje a Jerusalén, Jesús pasaba por Samaria y Galilea. 12Cuando estaba por entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres enfermos de lepra. Como se habían quedado a cierta distancia, 13 gritaron: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!” 14Al verlos, les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes.” Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios. 15Uno de ellos, al verse ya sano, regresó alabando a Dios a grandes voces. 16Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, no obstante que era samaritano. 17″¿Acaso no quedaron limpios los diez?” preguntó Jesús. “¿Dónde están los otros nueve? 18¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? 19Levántate y vete,” le dijo al hombre, “tu fe te ha sanado.” 4

Hay muchos otros ejemplos de este tercer aspecto de la inmigración como medio de la misión de Dios hacia las naciones. El exilio mismo puede describirse como una forma que Dios usa para crear la gran diáspora del cual se desprende la Septuaginta (LXX), emergen las sinagogas, continúa el proselitismo, y crea todo un conjunto de relaciones humanas que atraviesan todo el imperio Romano, contactos que Pablo más tarde utiliza en sus viajes misioneros.

Se nos presenta una ilustración más de este uso ejemplar del extranjero y forastero en la Parábola del Buen Samaritano que examinaremos más adelante.

¿Podremos utilizar esta perspectiva bíblica de la inmigración como medio que Dios usa en su misión para entender mejor lo que está ocurriendo en este nuevo siglo? ¿Será posible que Dios esté utilizando precisamente la inmigración misma para proclamar en palabra y hecho la venida del Reino de Dios en toda la tierra?

4. Los I/E como meta de la misión de Dios hacia las naciones

Un cuarto y último aspecto de esta perspectiva misionológica e instrumental del I/E en la misión de Dios tiene que ver con la inmigración en relación a las metas de la misión de Dios hacia las naciones. La inmigración parece jugar un papel escatológico que dirige la misión de Dios, y la participación del Pueblo de Dios en ella, hacia el futuro. Esta visión futurista aparece temprano en relación al llamado de Abraham en Gn. 17:8:

6Te haré fecundo en gran manera, y de ti haré naciones, y de ti saldrán reyes 5.    7Y estableceré mi pacto contigo 6 y con tu descendencia 7 después de ti, por todas sus generaciones, por pacto eterno 8, de ser Dios tuyo 9 y de toda tu descendencia después de ti 10. 8Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán como posesión perpetua 11; y yo seré su Dios 12.13 (LBLA).

Todo inmigrante piensa y sueña de ir hacia alguna tierra prometida donde tendrá mejores condiciones de vida. Y esta esperanza hacia el futuro como aspecto fundamental de la inmigración se aprecia también en las narraciones bíblicas. Por ejemplo, cuando Dios llama a Moisés para que él llame al Pueblo de Israel a salir de Egipto. Moisés hace un llamado hacia una nueva tierra. En Ex. 6:1-8 leemos:

Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra. Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente,14 más en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. Asimismo, yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto.Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVÁ.” (RV60).

La misión de Dios hacia el futuro está íntimamente ligada con su amor por Israel como un pueblo peregrino e inmigrante. En uno de sus Salmos, en 1 Cr. 16: 15-26, David clama:

15Él se acuerda siempre de su pacto, de la palabra que dio a mil generaciones;
16del pacto que hizo con Abraham, y del juramento que le hizo a Isaac,
17que confirmó como estatuto para Jacob, como pacto eterno para Israel:
18“A ti te daré la tierra de Canaán como la herencia que te corresponde.”
19Cuando apenas eran un puñado de vivientes,
unos cuantos extranjeros en la tierra,
20cuando iban de nación en nación y pasaban de reino en reino,
21Dios no permitió que los oprimieran; por amor a ellos advirtió a los reyes:
22“¡No toquen a mis ungidos! ¡No maltraten a mis profetas!”
23¡Que toda la tierra cante al Señor! ¡Proclamen su salvación cada día!
24Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas a todos los pueblos.
25Porque el Señor es grande, y digno de toda alabanza;
¡más temible que todos los dioses!
26Nada son los dioses de los pueblos, pero el Señor fue quien hizo los cielos;
27esplendor y majestad hay en su presencia;
poder y alegría hay en su santuario. (Véase Salmo 105:12).
15

Este aspecto escatológico incluye la esperanza de que las naciones llegarán a adorar al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, Creador de los cielos y de la tierra, Padre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Esta es la visión de Isaías. En Is. 56:3 leemos lo siguiente:

El extranjero que por su propia voluntad se ha unido al Señor, no debe decir:
«El Señor me excluirá de su pueblo.»
Tampoco debe decir el eunuco: «No soy más que un árbol seco.»
Porque así dice el Señor:
«A los eunucos que observen mis sábados,
que elijan lo que me agrada, y sean fieles a mi pacto,
les concederé ver grabado su nombre dentro de mi templo y de mi ciudad;
¡eso les será mejor que tener hijos e hijas!
También les daré un nombre eterno que jamás será borrado.
Y a los extranjeros que se han unido al Señor
para servirle, para amar el nombre del Señor, y adorarlo,
a todos los que observan el sábado sin profanarlo
y se mantienen firmes en mi pacto,
los llevaré a mi monte santo; ¡los llenaré de alegría en mi casa de oración!
Aceptaré los holocaustos y sacrificios que ofrezcan sobre mi altar,
Porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos
.16

La visión que nos ofrece la Biblia es que todos los I/Es son invitados -convidados- a la gran cena –la gran fiesta del Cordero (Mt. 22:1-14; Lc. 14:15-24). Todo extranjero/a queda invitada/o a la mesa del Señor.  Esta perspectiva escatológica de los I/E se enfatiza en Apocalipsis. Repetidas veces el autor de Apocalipsis anuncia que una multitud de toda lengua, familia, tribu, y nación se reunirá alrededor del trono del Cordero. (Ver, por ejemplo, Ap. 1:7; 5:8; 5:13; 6:12; 10:6; 11:15; 14:6; 15:1; 19:6 y capítulo 21.) Y esa reunión ocurrirá en base de una gran inmigración de las multitudes hacia la ciudad santa. En Apocalipsis 21:1,2, 23-26, Juan describe el evento:

“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: ‘He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios…La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieran sido salvas andarán a la luz de él; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella”. (RV60).

¿Qué impacto? y ¿cuáles serían los cambios efectuados en nuestras iglesias e instituciones eclesiásticas si en verdad creyéramos que al fin de cuentas, al final de la historia, los I/E son los invitados especiales a la Gran Boda del Cordero? (Véase Lc. 14:15ss; Mt. 22:1ss.)

¿Qué implicaría para nuestras naciones y para nuestras iglesias pensar que LA ESPERANZA DEL MUNDO  reside con los inmigrantes, forasteros, extranjeros, advenedizos que nos rodean? ¿Y qué si en el futuro de ellos se encuentra el futuro de nuestro globo terrestre?

Conclusión

Los cuatro aspectos de esta perspectiva instrumental y misionológica del papel de los I/Es en la misión de Dios hacia las naciones se unen en la Parábola del Buen Samaritano. Lucas coloca la parábola dentro de la narrativa en la cual Jesús envía los 70 en su misión (la misión de Jesús y la misión de los 70). Y el gran ejemplo de ejemplos de esa misión es el Samaritano.

En la parábola se encuentra la motivación hacia la misión, porque la parábola es una respuesta al joven que pregunta cómo guardar la ley. Y el “prójimo” en esa historia no es el que está al lado del joven, sino es el que actúa como prójimo, el que vive las normas del Antiguo Testamento en su forma de tratar a otras personas. Y el que lo vive es el Samaritano.

La parábola claramente usa al extranjero Samaritano como el agente de la misión de Dios y la forma en que Jesús relata la parábola demuestra que él quiere usar al extranjero Samaritano como medio por el cual él puede ofrecer al joven una nueva forma de participar en la misión de Dios.

Finalmente, la parábola también tiene su enfoque hacia el futuro. Con las palabras, “Ve, y haz tú lo mismo”, Jesús señala hacia un futuro en el cual este joven puede ser recibido plenamente por la misericordia de Dios – él mismo ya no será extranjero – y por medio del cual el joven también puede comenzar a crear una nueva realidad donde el I/E ya no es excluido de su cariño, su compasión, y su amor.

Creo que al captar las perspectivas misionológicas e instrumentales que la Biblia nos presenta acerca del I/E, tal vez pudiésemos entender mejor y vivir más plenamente la visión misionera expresada en 1 Pedro 2. Si la iglesia de Jesucristo en verdad se auto-estimara como una comunidad peregrina cuya tierra y nación no son de esta tierra, entonces la iglesia de Jesucristo entendería que en su naturaleza más fundamental ella es una comunidad de inmigrantes – embajadores, si (2 Co. 5) – pero aún inmigrantes.

De todas las naciones de la tierra Dios nos ha escogido a ser “sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido por Dios”. Siendo esta nuestra realidad, no es posible descartar el llamado a Dios de participar en su misión en este mundo – especialmente su misión por razón de, por medio de, con la participación de, y hacia los inmigrantes. ¿Será posible – en este nuevo siglo – expresar en cántico y concretizar en vida la visión del salmista en Salmo 146:1, 5-10?

1¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Alaba, alma mía, al Señor.
5Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob,
cuya esperanza está en el Señor su Dios,
6creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo cuanto hay en ellos,
y que siempre mantiene la verdad.
7El Señor hace justicia a los oprimidos,
da de comer a los hambrientos y pone en libertad a los cautivos.
8El Señor da vista a los ciegos,
el Señor sostiene a los agobiados, el Señor ama a los justos.
9El Señor protege al extranjero
y sostiene al huérfano y a la viuda, pero frustra los planes de los impíos.
10¡Oh *Sión, que el Señor reine para siempre!
¡Que tu Dios reine por todas las generaciones!
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
(NVI).


Dr. Carlos E. Van Engen

Es misiólogo y teólogo latinoamericano, nacido en México. Sirvió con su esposa Juanita en la Iglesia Nacional Presbiteriana de México en educación teológica en Chiapas. Carlos es profesor de teología bíblica de la misión, doctor en teología y misiología por la Universidad Libre de Amsterdam, Holanda. Es autor de numerosos escritos y sus publicaciones en castellano incluyen: Hijos del pacto; Pueblo misionero de Dios; Misión en el camino; El anuncio del reino; La iglesia latinoamericana: su vida y su misión y Principios de compañerismo en misión. 

* Al igual que en Parte Uno, para ahorrar espacio, usaré las siglas I/E para referirme a inmigrantes/extranjeros/as de diversas categorías y circunstancias. Esta sigla incluye mujeres, hombres y niños. Sabemos que una mayoría de los inmigrantes son mujeres y niños. La feminización de la pobreza es una realidad de nuestro mundo en el siglo XXI.

[1]Lockman Foundation (La Habra, CA): Santa Biblia: La Biblia De Las Américas: Con Referencias y Notas. electronic ed. La Habra, CA : Editorial Funacion, Casa Editoral para La Fundacion Biblica Lockman, 1998, c1986, S. Lv. 19:10

[2] Ver también Lv. 19:9, 10; Dt. 24:19,20, 21; 26:12, 13; Rut 2:15, 16

[3]Lockman Foundation, op. cit. Lv. 23:22

[4]International Bible Society: Nueva Versión Internacional. East Brunswick, NJ, USA: Sociedad Bíblica Internacional, 1979, S. Lc. 17:11-19

[5] Gn. 17:16; 35:11

[6] Lit., entre yo y tú

[7] Lit., simiente, y así en el resto del capítulo.

[8] Gn. 17:13, 19; Sal. 105:9, 10; Lc. 1:55

[9] Gn. 26:24; Lv. 11:45; 26:12, 45; He. 11:16

[10] Gn. 28:13; Gá. 3:16

[11] Gn. 12:7; 13:15, 17; Hch. 7:5

[12] Ex. 6:7; 29:45; Lv. 26:12; Dt. 29:13; Ap. 21:7

[13]Lockman Foundation, op. cit. Gn. 17:6-8

[14]6.2–3: Ex. 3.13–15.

[15]International Bible Society: Nueva Versión Internacional. East Brunswick, NJ, USA: Sociedad Bíblica Internacional, 1979, S. 1 Cr. 16:15-27.

[16]International Bible Society, op. cit.  Is. 56:3-7.

Obras Citadas

Freire, Paulo. Pedagogy of the Oppressed. New York: Herder and Herder, 1970.

Van Engen, Charles. Mission on the Way: Issues in Mission Theology. Grand Rapids: Baker, 1996.

Publicado enLa Misión de la IglesiaTeología Bíblica